La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

La masita del “IAF”.

Por Osiris Alonso D’Amomio.

Despojadas, en la práctica, por sus culpas eternas, de elementales nociones de respeto. Las Fuerzas Armadas, hasta ahora, sólo sirvieron para proporcionarle, al gobierno retardatario de Kirchner, un estupendo material para el agravio. Para lucimiento gratuito del Presidente. Porque encuentra, entre el pozo de humillaciones al vencido, la chapa argumental para mostrarse, ante la sociedad y el espejo, como un cruzado irreductible del humanitarismo.

Y con el fondo escenográfico de los traficantes de la especialidad. Los que complementan el imperfecto marco de la impostura. Y de la tergiversación. Sin embargo es injusto, incluso hasta es inexacto, afirmar que el gobierno de Kirchner no estimula ningún proyecto estratégico para las Fuerzas Armadas. Emerge, al final del mandato primero, uno.

Porque el Ministerio de Defensa, que comanda la señora Nilda Garré, logró pergeñar un proyecto de Decreto de Necesidad y Urgencia. Un DNU destinado, en definitiva, a capturar el control del organismo que contiene la masita de los fondos más apetecibles.
La llamada Caja del IAF. Es decir, del autárquico organismo de título largo. El Instituto de Ayuda Financiera para el Pago de Retiros y Pensiones Militares.

Trátase de la Caja, densamente previsional, que contiene, según nuestras fuentes, la masita de tres mil millones anuales de pesos. La masita de mil millones de dólares por año. Una tentación para engrosar, probablemente, la sustancialidad revolucionaria de otra sigla, el SRA. El Sistema Recaudatorio de Acumulación.


Zona delicadamente inguinal

El proyecto de reforma del IAF reposa, según nuestras fuentes, con el dibujo de DNU, en el laborioso ámbito del Secretario Legal y Técnico. Es el doctor Zannini, alias -según Rocamora- El Ñoño. A propósito, de un tiempo a esta parte, al doctor Zannini se lo ve, en el fondo, abrumado. Algo cansado de guerras, diría Jorge Amado. Apichonado, acaso, El Ñoño, por la fragilidad de su zona inguinal. Región delicada del cuerpo que mantuvo al idóneo funcionario, durante casi una semana, secretamente hospitalizado en la Clínica Bazterrica.

La inguinalización, de su cuadratura política, puede inducirlo, al doctor Zannini, a correrse de los episodios brutalmente grotescos que se generan, en el tembladeral de diversos planos del gobierno. Por las diferencias, cada vez más acentuadas, que se registran entre el cristinismo de Alberto Fernández y el acosado De Vido.

Divisiones que surcan, de manera trasversal, las angustias derivadas de las próximas elecciones municipales. Y que signan, aparte, la planificación posterior de la escenificación nacional. Prospera, entonces, la agudización maniquea de los bandos que disputan segmentos.

Si el conyugalismo se decide, como es de prever, por Ella, el “devidismo” entero, en sus variados afluentes, tendría que refugiarse, por un tiempo, como hace dos semanas Zannini, en el Bazterrica. O en otros edificios especialmente habilitados para las ceremonias de las explicaciones.


La masita del IAF

En cuanto trascienda el proyecto de DNU de referencia, el conflicto, según nuestras fuentes, podría agravarse. Sin atrevernos a competir, todavía, con las celebradas miniseries del colega Rocamora, puede afirmarse que, con la intervención a la masita del IAF puede conformarse, al menos, la escritura de una nouvelle. Como las de César Aira.

La historia del IAF adquiere cierta intensidad cuando el General Bendini eleva, para consideración de la señora ministro Garré, la designación de su segundo, el general Pérez Vovard, para convertirse en la máxima autoridad. Para suplantar, como Presidente del Directorio, al Brigadier General Serrat. Desde el próximo 1º de abril. Aunque sea domingo. Para asumir el emblemático lunes 2. Aunque sea feriado.

Como consta en la página web del IAF, el Directorio se encuentra constituido “por dos oficiales mayores de cada fuerza, cuyas funciones tienen un período de duración de cuatro años”. O sea, son seis. La Presidencia, hasta hoy, es democráticamente rotativa. Entre “el Ejército, la Armada, y la Fuerza Aérea”.

Justamente llega, en abril del 2007, el turno rotativo del Ejército. Entonces el general Bendini, Jefe de Estado Mayor que sabe de masitas, sugiere, a la ministro Garré, al subjefe, Pérez Vovard, para ocupar la masita presidencial del directorio. Paulatinamente comienza a generarse, en la repostería del ministerio de Defensa, el proyecto de cambio de reglas del juego.

La virtual intervención del IAF, que contiene algunas perlas significativas. Porque se proponen reformar la ley 22619 –modificada por la ley 25569- mediante un Decreto de Necesidad y Urgencia. No existe, en el fondo, mayor Necesidad. Pero sí una infinita Urgencia. Por capturar, para la repostería, la masita de otro Reducto Moral.


Desperdicios

El proyecto de DNU carece de desperdicios. Menciona, entre el infantilismo de sus considerandos, el obvio deseo del “funcionamiento más eficiente del organismo”. Y sin rubor, ni siquiera atisbos de humor, se cae en la frescura de la autocelebración. Por ejemplo “de la actual política gubernamental de acrecentamiento de la calidad institucional de la Administración Pública”.

Por lo tanto, en el imaginario de Defensa, el Presidente decreta, en los siete artículos del DNU, modificar los artículos 7, 8 y 9 de la Ley para El Instituto de Ayuda Financiera para Pago de Retiros y Pensiones Militares nº 22.919 –modificada por la Ley nº 25.659-.

Aparte de quedarse con la suma de atribuciones, que emergen de los superpoderes, otorgados por la indolencia del Parlamento, dispone que el directorio “será nombrado por el Poder Ejecutivo”. Y sigue constituido por seis miembros. Cuatro de ellos serán propuestos por el ministerio de Defensa. Uno es propia tropa del ministerio. Y según nuestras fuentes, es el “fratello” Raúl Garré. Y uno propuesto por cada arma. Van cuatro.

La novedad consiste en un director propuesto por el Ministerio de Economía. El que seguramente debe pasar por la zaranda sabia del señor Velazco, alias El Pacha. Y el restante, por cuestiones derivadas de la Seguridad Social, debe aportarlo el Ministerio de Trabajo.

El nuevo artículo 9 indica que la presidencia recaerá, inexorablemente, en el representante del Ministerio de Defensa. Vamos, todavía, con Raulito.

De estamparse la firma, en el Decreto de Necesidad y Urgencia, que tal vez más tarde le alcance Zaninni, el Presidente podrá demostrarles, a los militares, que no les tiene ningún miedo. Tampoco, claro, la menor consideración.

Con el IAF intervenido, el general Pérez Vovard podrá emprender, en un plazo mediato, el riego de los geranios de su balcón. Que es, se sabe, la tarea básica del militar retirado. Además de tomar un café matinal en el Solar de la Abadía. Donde podrá aburrir, a sus interlocutores, con los relatos perimidos sobre Israel.

Después de todo, es una suerte que el Parlamento se encuentre siempre en el cuarto.

Osiris Alonso D’Amomio de Consultora Oximoron, especial para JorgeAsísDigital

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