La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
¿Es cierto que el poder enferma? |
Roxana Kreimer, profesora de Filosofía, analizó hoy las reflexiones de Nelson Castro, un columnista político que –como es médico, es decir, técnico en salud– ostenta carné para dar a su prédica una pátina de erudición. Pero su “saber” a menudo barrena entre los sofismas y la pseudociencia de la peor cepa. En esta ocasión, Kreimer detectó en el discurso de Castro una gruesa generalización y el uso evidencia anecdótica para sostener su discurso, funcional a la estrategia de alarmar sobre la enfermedad de la presidenta Cristina Fernández (y digo “alarmar”, no “aterrorizar”, para que a nadie se le ocurra invocar la Ley Anti-terrorista). Respecto de el carcinoma descubierto en la presidenta, Castro menciona “la casuística reiterada de presidentes latinoamericanos sufriendo patologías cancerosas” y se extiende en razonamientos como el siguiente:
“Esta circunstancia pone de manifiesto, una vez más, la asociación muy fuerte que existe entre poder y enfermedad. Y, obviamente, marca el impacto político que una afección de este tipo puede provocar en una presidenta con un concepto absolutista del poder, sin delegación, con lo que el impacto político seguramente se va a sentir mucho más”.
En su editorial de hoy en el diario La Nación, el periodista y médico Nelson Castro da a entender que el cáncer tiroideo que padece la presidenta es el resultado de su ejercicio del poder. Para apoyar su afirmación, Castro habla de “un dato estadístico” relativo a la cantidad de patologías cancerosas que padecen o habrían padecido otros presidentes latinoamericanos como Dilma Roussef, Fernando Lugo, Lula o Hugo Chávez.
Pero Castro prescinde de la estadística que declara convocar y apela en cambio a lo que se conoce como “evidencia anecdótica”. No hacemos estadística con lo que le pasó a nuestros vecinos ni con lo que le ocurre a varios presidentes. Para hablar seriamente de estadística la muestra debe ser más amplia y representativa.
Cada uno de los ejemplos mencionados compromete un tipo de cáncer diferente. Las enfermedades aparecieron en unos antes de que asumieran el poder (es el caso de Roussef), en otros después (es el caso de Lula), y en otros durante (es el caso de Cristina). De modo que el lapso que se está evaluando es mayor que el del ejercicio de la presidencia, y aún cuando la hipótesis fuera que el ejercicio del poder o el estrés emocional favorecerían el desarrollo de determinados tipos de cáncer, todavía sería necesario explorar otras correlaciones más básicas. Por ejemplo, que superada cierta edad la aparición del cáncer es más frecuente, en particular si consideramos que el periodo de tiempo en el que la enfermedad puede aparecer es ilimitado.
Como el artículo fue escrito por un médico, y como hablamos de salud, a simple vista los argumentos parecen verosímiles. Sin embargo, el razonamiento es inválido y la conclusión, falsa. La columna apenas nos informa sobre el escaso entrenamiento en pensamiento crítico y en epistemología que reciben nuestros médicos.
Créditos:
Roxana Kreimer es profesora de Filosofía, escritora y voz cantante del exitoso Café filosófico. Su sitio web es Filosofía para la vida. Este texto fue tomado de su muro en Facebook con la correspondiente autorización de la autora.
Curiosidad:
La sección “comentarios” de la referida columna de Nelson Castro fue cerrada “debido a la sensibilidad del tema”. Es decir, para comentar las reflexiones de Castro deberá buscar notas que aborden temas “menos sensibles”, o aprovechar este blog.
Fuente: Factor 302.4 El Blog.
Por qué se enferman los poderosos. Por Carlos Pagni.
El tumor que se le descubrió a Cristina Kirchner actualiza el problema del vínculo entre enfermedad y poder. La cuestión es inquietante: la enfermedad descubre lo que el poder quiere ocultar. La fragilidad, el límite. Durante la Segunda Guerra, Stalin, Roosevelt, Churchill, Mussolini y Hitler padecían, cada uno, su dolencia. En América latina, Chávez, Lugo, Lula, Dilma, Uribe, ahora Cristina, fueron afectados por el cáncer.
Nelson Castro escribió que el poder enferma por las tensiones que genera. Para la psicoanalista Elsa Aisemberg, aquellos que no pueden simbolizar el dolor tramitan su duelo con el cuerpo. Suele ser gente que valora más el éxito y lo perentorio que la reflexión.
El experto Alberto Lederman invierte el vínculo: "Hay una idealización según la cual el poder es un medio para alcanzar determinados fines. Antes que eso, el poder es una estrategia defensiva para resguardar una vulnerabilidad emocional del mundo del sujeto. Detrás del poder va el que lo necesita."
El poder, entonces, no es la causa. Es el síntoma.
Fuente: La Nación.