La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas.

“Quédense quietos o uso mi AR-15, caño 3,5…”

Por Miriam Abramovay y Jorge Werthein.

Un trágico caso ocurrido en una escuela de Río de Janeiro permite alertar sobre la urgencia de atender al fenómeno de la violencia en las escuelas, especialmente la violencia intramuros: entre los estudiantes y entre éstos y sus docentes u otros miembros de la comunidad escolar. Y una comprobación: el denominado ambiente escolar suele interferir con el proceso de enseñanza y de aprendizaje, haciendo más vulnerable a la escuela. Aquí el episodio brasileño y la puntual reflexión de los especialistas.

La tragedia ocurrida en la Escuela Tasso da Silveira, en Realengo, Río de Janeiro, actualiza un fenómeno que viene sucediendo desde hace muchos años en las escuelas brasileñas: diversos tipos de violencia. Las noticias son reveladoras. Una maestra, el mismo día de la masacre, amenazó a los alumnos con la siguiente frase en el pizarrón: “Quédense quietos, o uso mi AR-15, de 3,5 m de caño, que tengo en el bolso”. El arma es automática....

En Bahía, la policía encontró armas en las mochilas de algunos estudiantes. En Santa Catarina, la dirección y los docentes de la unidad de la red estatal relatan que un adolescente de 12 años viene causando trastornos por medio de amenazas y agresiones. O sea que en nuestras escuelas tenemos formas de violencia física y verbal, donde las amenazas, el racismo, la discriminación, el ingreso de armas, los robos y las violencias sexuales ocurren todos los días.

Pero es evidente que la tragedia de Realengo fue la que nos dejó el dolor más profundo, así como algunas lecciones. Una de ellas se revela al detenernos en la historia personal del responsable del ataque criminal que segara la vida de 12 niños. Las investigaciones demuestran que, en su infancia, él mismo fue una víctima del bullying (acoso escolar), precisamente cuando era estudiante en la misma Tasso da Silveira en la que, años más tarde, entraría para matar y morir. Este tipo de violencia es demasiado frecuente y suele provocar traumas irreversibles en sus víctimas. Es lo que se denomina micro violencia y la mayoría de las veces pasa desapercibida para la propia institución implicada, la cual ni siquiera lo considera un problema.

Desde hace décadas los investigadores de distintas partes del mundo y de Brasil vienen alertando sobre la urgencia de atender al fenómeno de la violencia en las escuelas, especialmente la violencia intramuros, es decir entre los estudiantes y entre éstos y sus docentes u otros miembros de la comunidad escolar. Está comprobado que el denominado ambiente escolar suele interferir con el proceso de enseñanza y de aprendizaje, haciendo más vulnerable a la escuela.

La solución al problema pasa por la acción conjunta de los familiares, los educadores, el Gobierno y la sociedad civil, sin olvidar a los medios de comunicación. Todos deben participar colaborando en la formación de los niños y de las niñas, los adolescentes y los jóvenes, dentro y fuera del ambiente escolar.

Los proyectos de Convivencia Escolar pueden llegar a modificar situaciones de violencia, como también toda estrategia de intervención, incluyendo los diagnósticos que permitan conocer la realidad de las escuelas, para tratar de modificarla. Esos proyectos deben hacerse viables, de preferencia dentro de un espectro más amplio que involucre al entorno de la escuela, las familias, los vecinos y la policía. La violencia es un fenómeno globalizado, pero es más común en las sociedades discriminatorias y excluyentes, poco comprometidas con los principios éticos. Por lo tanto, enfrentar a la violencia implica enfrentar también a las desigualdades, las discriminaciones, las arbitrariedades y las injusticias.

La represión generalmente aparece como una solución mágica, instantánea, en los momentos de mucha tensión. Sin embargo no resuelve los problemas internos de la institución escolar. Las medidas preventivas podrán tener un mayor efecto a largo plazo, mediante una comprensión y un abordaje más profundos. Incluir la cuestión de la violencia en las escuelas en los cursos de formación de los docentes, implementar en las escuelas programas de mediación que, entre otras acciones, promuevan el diálogo entre los principales actores del proceso educativo y convocar a los padres para un diálogo más sistemático con las instituciones de enseñanza, son algunas estrategias que podrían favorecer el despertar y la preservación de una nueva cultura escolar, transformando el riesgo cotidiano en una protección cotidiana. En un ambiente acogedor será más difícil que se desarrollen las psicopatías y las sociopatías. La represión sólo tendría sentido si todo lo demás fallase, incluyendo a la educación como valor.

Nota: Miriam Abramovay es socióloga e investigadora de FLACSO / Jorge Werthein es Doctor en Educación, ex Director de UNESCO Brasil y Presidente de Sangari Argentina.
Artículo publicado en O Globo, Brasil

Fuente: El Arca Digital.

Educativos