La verdad jamás estará en los ignorantes, en los cobardes, en los cómplices, en los serviles y menos aún en los idiotas. |
La guerra psicotrónica y el terrorismo.
Por Gustavo Fernández. |
Lo que van a leer a continuación puede ser llamado, por algunos, simple especulación. Y quizás lo sea, pero creo firmemente que no. Y como lo creo firmemente, podría –entonces- abroquelarme en el argumento que como es una “creencia” personal no me es necesario probarlo. Sin embargo, si así hiciera iría flagrantemente a contrapelo de mi historial como investigador, de manera que lo fundamentaré, principalmente, diciendo que es la decantación de varios años de observación y reflexión sobre semiplenas pruebas.
A pocos se les escapará que desde los años de la década del ’50 del siglo pasado, los Estados Unidos han llevado adelante –así como Rusia, China y varios otros países- proyectos holgados de recursos humanos y financieros en busca de desarrollar sistemas de manipulación mental de la humanidad. El MK Ultra es, quizás, el ejemplo más conocido, y si nos es hoy tan conocido es porque, por definición, debe haber muchos otros aún absolutamente reservados.
Evidencias tangenciales son, por caso, el relato del psiquiatra Mansur Escudero, afectado a la asistencia de las víctimas de la invasión soviética a Afganistán, quien dice: “Era una inmensa extensión de tiendas de campaña, algo increíble, y en las peores condiciones que uno se pueda imaginar. No he visto nada parecido en mi vida. El agua potable era agua estancada. Aquella gente había huido de la guerra de su país y no tenían nada. Los hombres se inscribían en una improvisada oficina a la espera de que les entregaran un arma con la que volver a Afganistán para defenderlo de la invasión soviética.
Las mujeres, los niños y las personas mayores se lamentaban en el recuerdo de los horrores que les había tocado padecer. Nos contaban que les habían arrasado aldeas enteras, que les habían envenenado los pozos, que habían presenciado violaciones masivas, que habían utilizado contra ellos napalm y que desde aviones les martillaban con ondas psicotrónicas…”
O bien esta presentación del mexicano José Octavio López Presa, que me exime de mayores comentarios:
Mojmir Babacek, autor checo conocido por sus investigaciones sobre armas psicotrónicas y fundador del Movimiento Internacional Contra la Manipulación del Sistema Nervioso Central, ha señalado que desde 1920 empezaron a investigarse fenómenos como la telepatía, la telequinesis y la clarividencia, y durante los 60 y 70 había una verdadera carrera armamentista entre Rusia y EE.UU. en esta área.
Por otro lado, Un supuesto estudio realizado durante la Guerra Fría por el ejército estadounidense sobre los «factores que pueden influenciar la vitalidad y actuación de los artilleros», define a la psicotrónica como la proyección o transmisión de energía mediante disciplina y control mental individual o colectivo, o bien a través de un dispositivo emisor, una especie de perturbador mental. El informe añade que “la URSS parece haber hecho logros significativos en el desarrollo de armas psicotrónicas que pueden afectar seriamente la capacidad combativa”.
Una simple búsqueda en la Web permitirá que el lector se reúna con todas las pruebas –si confiables, más o menos, depende del criterio de cada uno- para dar sustento a lo que expondré a continuación.
Por lo pronto, quiero llamar su atención sobre un doloroso factor que parece de naturaleza creciente: la violencia sádica e inmoral que campea en el terrorismo. No remitiré (necesariamente) este comentario al actualmente archipublicitado ISIS porque –tal como he desarrollado en un podcast de “Al Filo de la Realidad”- hay sospechas fundadas que algunas de las “ejecuciones ejemplares” en realidad podrían tratarse de teatralizaciones mediáticas hábilmente orquestadas. Pienso, más bien, en el reciente ataque talibán a una escuela con más de ciento cuarenta y ocho muertos, de ellos, ciento treinta y dos, niños.
Sería simplista y un mero reduccionismo ante esta barbarie hablar meramente de “fanatismo”. Porque –aunque lo fuera- la pregunta seguiría siendo la misma: ¿cuál es la génesis de ese fanatismo? Se hablará de “lavado de cerebro”, de “condicionamientos” desde la niñez, y tal vez se esté en lo cierto. La pregunta –otra vez- sigue siendo la misma: ¿cómo se genera ese condicionamiento?. ¿Es meramente una sucesión inacabable a través de los años de lecturas obligadas, discursos, privaciones sensoriales? ¿O hay algo más?
Si bien el ser humano es producto de su entorno y circunstancia y los conceptos de “bien” y “mal” son moralmente relativos, estoy convencido que en la “íntima convicción del ser” hay una clara distinción entre lo que está avenido a lo moralmente correcto y lo que no. Insisto: puedo comprender –jamás justificar- que algunos maten pensando en un supuesto bien mayor.
Pero la masacre de centenares de indefensos, no como producto de una bomba o misil disparado a la distancia –cuya despersonalización del crimen respecto de quien aprieta el botón puede hacerle indiferente a la consecuencia de su acto- sino la ejecución fría y cara a cara de menores de pocos años implica una absoluta violación de las leyes de la propia biología, donde la muerte de una cría sólo se explica por la necesidad de supervivencia alimenticia pero que –en la Naturaleza- sobra en ejemplos de crías de otras camadas amparadas por hembras, en ocasiones, hasta de diferentes especies.
No se me diga aquí que esto “es una muestra de la maldad humana” porque ni usted ni yo, querido lector, por más comprometidos que estemos con nuestros ideales, haríamos eso. Por lo tanto, sabemos que hay una “humanidad” proactiva, moral, evolutiva, solidaria. Que a individuos quizás predispuestos (cultural o religiosamente) se les lleve ese “paso más allá” para realizar tamaña carnicería sin hesitar habla, más que de inmoralidad, de su verdadero nivel espiritual.
No, no caeré en tentaciones demonológicas. Pero no puedo negarme a mí mismo preguntarme si no hay, claramente, una manipulación conciente desde algún poder en las sombras del egrégoro colectivo de esa gente. Se crea o no en ello, la Magia existe, los grandes teurgos –blancos o negros- han jalonado la historia humana y sería hora de preguntarse si, así como Estados Unidos, Rusia y otros estuvieron tan afanosos en llevarse secretos científicos nazis tras la caída de Berlín (sin ir más lejos, la Operación Sujetapapeles) qué destino habrán tenido investigaciones y archivos de la Ahnenerbe, la Sociedad Vril, la Sociedad Thule, la”Bund für Gotteserkenntnis” (“Sociedad para el conocimiento de Dios”, que sigue existiendo hoy en día) y tantas otras agrupaciones esotéricas bajo la égida hitleriana. Ésta es la Posibilidad Uno.
Y la Posibilidad Dos: que se programe psicotrónicamente a esas masas de “pre-fanáticos” para empujarles a cometer atrocidades (que, quizás, en estado de albedrío a ellos mismos les repugnaría) tan execrables para la opinión pública que cualquier accionar posterior por parte de los estamentos “civilizados” quede, entonces, plenamente justificado.
Fuente: Al Filo de la Realidad.